El apego emocional puede hacernos sufrir si no aprendemos a soltar de forma consciente.
En este post defino qué es el apego, cuáles son los efectos de un apego no saludable en la infancia, la importancia de cultivar el desapego y el autoconocimiento y comparto 7 claves para aprender a dejar ir y de este modo, aligerar nuestra vida y ser capaces de crear relaciones saludables.
¿Qué es el apego?
El origen de la teoría del apego se atribuye al psicólogo John Bowlby en el contexto del bebé y su cuidador/a, relación en la que el recién nacido necesita del vínculo afectivo para poder sobrevivir a la vez que este vínculo sentará las bases para posteriores relaciones afectivas que el ser humano tendrá en un futuro en su etapa adulta.
Dentro de este escenario relacional, se ha definido el apego como el vínculo afectivo intenso que se establece con otra persona y que proporciona seguridad, protección, conexión y consuelo.
Más allá de las distintas categorías de apego según los distintos autores, se entiende que el vínculo inicial de un bebé con sus cuidadores/as principales es suficientemente bueno y por tanto saludable, cuando:
- Se atienden las necesidades físicas y emocionales del bebé
- Los cuidadores/as son capaces de regular sus propias emociones y por tanto ser contenedores seguros y amorosos de las emociones del bebé.
- Se permite y se fomenta la libre exploración del entorno por parte del bebé mientras el cuidador mantiene una atención serena, como para que el bebé sienta seguridad pero sin invadir su espacio.
- Se reparan los posibles momentos de desconexión que el cuidador haya podido tener con el bebé, devolviéndole la atención a través de la mirada, la sonrisa, el abrazo y en definitiva el cuidado amoroso.
Cuando el apego no ha sido seguro y confiable en los primeros años de vida, surgirán comportamientos compensatorios inconscientes y disfuncionales que acabarán afectando a la relación que se establezca con uno mismo y con los demás.
El apego seguro en la infancia es un factor de protección contra el desarrollo de psicopatologías, concretamente, protege contra los efectos devastadores del trauma.
Del mismo modo, el trauma y la pérdida interfieren en el establecimiento del apego seguro en los primeros años de vida.
Por otra parte, y en el contexto de la edad adulta, son especialmente significativas y acertadas las palabras de Buda en relación al apego:
«El apego es la raíz del sufrimiento»
Buda
Desde esta visión, el apego a personas, situaciones, cosas, resultados, ideas, creencias… en la etapa adulta está conectado con unos vínculos afectivos escasamente saludables en la infancia que no han facilitado el desarrollo de la independencia, la libertad, el amor incondicional y el autoconocimiento en el individuo adulto. Se habrán sentado las bases de la inmadurez emocional.
El apego proviene del ego, de un estado de necesidad y falta de plenitud, mientras que el AMOR proviene del SER esencial que somos.
Efectos en la edad adulta de un apego no saludable en la infancia
El apego seguro o saludable va a tener un papel esencial en la infancia para construir una base sólida y eficiente sobre la que edificar nuestra personalidad.
Un apego no saludable en la edad infantil va a propiciar inseguridad, vulnerabilidad y dificultad para establecer límites adecuados en la edad adulta.
Las heridas y secuelas de un apego inseguro en la infancia, van a generar conductas adultas de falta de respeto hacia uno mismo y hacia los demás. Vamos a confundir amor con apego.
Sin madurez emocional y sin reparación de las heridas infantiles inconscientes, vamos a quedarnos atrapados en algunos de estos patrones de conducta:
- Crearemos relaciones de dependencia hacia personas, situaciones u objetos a los que atribuiremos la función de calmar nuestra falta de seguridad.
- Evitaremos relaciones y huiremos de las emociones que nos generan, para no experimentar la intensidad, que percibiremos como abrumadora e incontrolable.
- Reaccionaremos ante la realidad en lugar de afrontar y aceptar lo que ocurre.
- Experimentaremos miedo y ansiedad ante las emociones propias y también ajenas
- Nos sentiremos inundados de sentimientos de soledad, vacío, culpa, insatisfacción, sufrimiento, apatía, resignación, victimismo, agresión… y un sinfín de formas, hijas todas ellas del miedo.
El antídoto para dejar de sufrir: cultivar el desapego
Haz tu tarea, después retírate
He aquí la única senda hacia la serenidad
Lao Tse
Cultivar el desapego es soltar las expectativas sobre cómo deben ser las cosas, las relaciones o las personas, aceptar lo que llega a nuestra vida y comprender que nada es permanente, que nada nos pertenece, que estamos de paso, que la vida es una experiencia que nos hemos tomado demasiado en serio y en lugar de vivirla y agradecerla plenamente, hemos decidido sufrirla, sin apenas darnos cuenta.
Sufrimos cuando pretendemos que las cosas sean distintas a como son, cuando nos resistimos a lo que es tal como es. Sufrimos cuando intentamos controlar lo incontrolable.
La vida escapa siempre a todo control.
Lo único que permanece en ella es el cambio.
Sufrimos cuando nos aferramos al pasado, a nuestra historia personal, a nuestras interpretaciones, cuando nos resistimos a soltar, cuando creemos los pensamientos que llegan a nuestra mente como si fueran verdades absolutas… también sufrimos cuando nos apegamos a un resultado, cuando proyectamos un futuro y éste no se cumple y también sufrimos cuando se cumple porque entonces tenemos miedo a perderlo.
Y es que, sea lo que sea a lo que te apegues, en algún momento, va a generarte sufrimiento.
Cultivar el desapego consiste en responsabilizarnos de nuestra propia vida, soltar el victimismo en todas sus formas, recuperar nuestro poder personal y dejar de pretender que algo o alguien externo a nosotros mismos cubra nuestras necesidades o nos haga felices.
Cuestionar el paradigma en el que nacimos y crecimos nos devuelve la libertad sobre nuestras vidas, el poder de decisión y la sabiduría que siempre habitó en nuestro interior.
Cuando soltamos el sufrimiento y la carga de significados que le hemos dado a nuestra vida, entonces podemos:
- Dejar de alimentar el drama y desprendernos de él
- Liberarnos del apego a personas, emociones, situaciones, experiencias, resultados y objetos materiales
- Atravesar la bruma del miedo sin permitir que éste nos paralice o nos ciegue
¿Qué es el desapego?
El desapego se suele confundir con indiferencia pero no tiene nada que ver con eso.
El desapego es un estado de paz interior invulnerable en el que comprendemos que nada ni nadie externo a nosotros puede hacernos daño ni tampoco hacernos felices.
Un estado en el que nos desprendemos de la necesidad y aceptamos lo que la vida nos trae porque nos sabemos uno con la vida.
Un estado en el que sueltas la lucha y la huida, un estado en el que abrazas y sueltas con la misma confianza, con idéntica presencia. Un estado de paz interior inquebrantable, de amor incondicional sin expectativas, con presencia plena.
Desde ese lugar, observamos con compasión (es decir: comprensión desde el corazón) todo cuanto acontece dentro y fuera de nosotros.
Ese es el amor del que hablan los antiguos maestros como Jesús, Buda o Krishna.
Mientras que el apego es necesario en la etapa infantil, es el gran veneno en la edad adulta.
El apego nos convierte en personas celosas, posesivas, egocéntricas, miedosas, inseguras, sin autoestima, ansiosas, insuficientes, manipuladas por pensamientos que nos boicotean y nos hieren y manipuladoras de personas a las que creemos amar.
El apego nos convierte en mendigos emocionales.
Nos apegamos a personas, trabajos, relaciones, ideas, expectativas, resultados y depositamos en todo ello, es decir, en el exterior, nuestra felicidad.
7 Claves para aprender a soltar el apego
Soltar el apego consiste en desaprender todo cuanto nos han inculcado educacional y culturalmente.
Se trata de perdonarnos y perdonar, en el sentido de cambiar nuestra percepción en relación a nuestra historia personal y a la realidad que nos rodea. Consiste en empezar a mirar con nuevos ojos.
Estas son 7 propuestas para soltar el apego y por tanto el sufrimiento.
Propuestas que van diluyendo suavemente las raíces aparentemente profundas de nuestros apegos:
- Elige dar la bienvenida a todo lo que sientes y a todo lo que piensas, sin lucha, sin rechazo, sin huidas ni agresiones. Responsabilízate de tu universo interior y todo lo que en él se despliega, permite que aparezca y desaparezca sin resistencias.
- Entra en contacto con espacios de silencio e introspección. Y desde ese lugar observa y cuestiona todas tus creencias con curiosidad y sin juicios.
- Abandona la crítica hacia ti mism@ y hacia los demás. Ante cualquier aparente conflicto interno o externo, elige paz.
- Agradece y acepta cuanto llega a tu vida como parte de tu aprendizaje, aunque aun no puedas comprenderlo. Permite que cuando haya cumplido su función, lo que ha llegado, siga su camino y pueda irse.
- Date el permiso de estar plenamente presente en tu vida. Deja de interpretarla y empieza a vivirla. Deja de justificarte: quien te ama no necesita que te justifiques y para quien no te ama ninguna explicación va a serle suficiente.
- Sé honesta/o contigo y empieza a amarte sin condiciones, abrazarte y mirarte con amabilidad. Deja de herirte y rechazarte. Acógete amorosa y compasivamente.
- Abandona el papel de víctima y deja de depositar tu felicidad en pareja, hijos, padres, amigos o cualquier otra relación. Sólo tú eres responsable de tu felicidad.
La madurez no la dan los años sino el autoconocimiento
Cuando sabes quien eres, simplemente amas y ese amor es la fuente inagotable de tu felicidad. No esperas nada, porque no hay nada que esperar.
Comprendes que la vida se está dando completamente a cada instante.
Eres consciente de que no falta nada, que no sobra nada.
Que cada momento de presencia está lleno de sí mismo, es perfecto tal como es.
Ese conocimiento es verdadera sabiduría.
Desde ese lugar puedes acoger todas las heridas de la infancia y darte cuenta de que formaban parte de tu evolución para llegar a tu madurez emocional.
Puedes integrar tu luz y tu sombra.
Puedes dejar de huir de ti.
Puedes ver en cada relación una oportunidad de autoconocimiento que la vida te brinda a través de esa persona.
Comprendes que ya no necesitas sufrir más, sueltas todas las resistencias a la vida y te abres a experimentar plenamente cada instante que llega a tus manos.
Ya no dependes de las opiniones de los demás, ni de que te acepten, te entiendan, te valoren, te miren o te respeten, has dejado de necesitar limosnas emocionales.
Te das cuenta de que no puede amar a otros quien no se ama a sí mismo, de modo que comprendes y aceptas el lugar en el que cada persona se encuentra en su proceso de autoconocimiento y sigues tu propio camino honesta y compasivamente.
Te conviertes en un ser pleno que ha decidido ser libre.
Has soltado la rueda del sufrimiento y has entrado en el círculo de la confianza y la entrega.
Un ser que ha soltado las máscaras, las excusas, las creencias inútiles y las relaciones de dependencia.
Un ser que ha encontrado su propia luz.
Te espero en el próximo post.